susanna pruna |
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Mi propuesta nace de la pregunta ¿Cuánta violencia se puede aguantar?, e interroga la existencia humana desde su lado más cotidiano, para descolocar seguridades aparentes. Conceptos como violencia, deseo, transgredir, crear, circulan con diferentes formatos durante los sesenta minutos, generando un recorrido al espectador que lo desplaza de su espacio de confort.
Sinopsis.
Persona aparador, institución aparador, arte aparador, el yo aparador, y las realidades que circulan detrás de estas también realidades. Miedo a desnudar los cuerpos, para continuar ciegas, mudas y sordas a los gritos de la sociedad y al propio grito, sosteniendo una gran violencia escondida hacia la sociedad y hacia una misma. La pregunta principal que suscita la performance es ¿Cuánta violencia podemos aguantar?
Creación: Susanna Pruna
Poesia: Transgresiones, Mario Benedetti.
Música: Five Hours, Deorro - Shindler's List, John Williams - Far Away, Apocalyptica.
Piano: Alex Albala
El proyecto fue de 4 performance espaciadas entre 6 meses cada una. Se inició en 2014 y se cerró en diciembre de 2016.
Estuvo seleccionado por el Centro de Artes Escénicas Can Felipa de Barcelona, para formar parte de las residencias de performance 2014-2015.
Me interesa investigar las reacciones de las personas desde el momento en que hago la invitación a través de las redes.
En nuestra cultura actual hay temas obsesivos que van mordisqueando poco a poco el horizonte de la libertad. El hombre más que la mujer, se encierra en círculos reiterativos de pensamiento sin que la vida aparezca, parece que no sabe salir de las cuestiones políticas, los problemas económicos están cada día encima de la mesa generando, desigualdades, guerras y conflictos entre las personas, y la desbordante obsesión por los avances técnicos y el deseo de adquirir, adquirirlos, los atrapa.
Así, si estos temas obsesivos van mordisqueando el horizonte de nuestra libertad: ¿No es el gran don del poder del imaginario que tenemos el que nos están mordisqueando? ¿No es un mordisqueo a la ternura y a la poesía? ¿No es entonces un mordisqueo directo a la casa del arte, allí donde late el ser?
Siento que sí. La muerte del arte en la persona es la muerte de la persona en la vida, que la lleva a un vació de sentido, a una pérdida de horizonte que la hace atraparse en los parámetros establecidos, cogiéndose a ellos, como si de ellos dependiera su existencia. Y allí queda anclada, disfrazada de vida y modernidad, pero tóxicamente desvitalizada.
Esta performance se abre al publico, que con su participación genera una obra colectiva.
Fotografia: Joan Balanya